Las cinco letras más secretas de la historia ya son de dominio
público. Se trata de las cinco mutaciones que confieren al virus de la
gripe aviar H5N1 una alta capacidad de transmisión entre mamíferos. Tras la recomendación inicial de censurar los datos
y ocho meses de intensa refriega entre los asesores de bioseguridad de
la Casa Blanca, la Organización Mundial de la Salud y la crema de la
virología internacional, el trabajo de Ron Fouchier y sus colegas de la Escuela de Medicina Erasmus en Rotterdam se publica hoy en la revista Science sin mutilaciones.
La principal preocupación de los científicos no es ahora el bioterrorismo, sino la madre naturaleza: al menos 338 cepas del virus que tienen dos de las cinco mutaciones se han detectado ya en 28 países en Europa, Oriente Próximo, África y Asia. La naturaleza está por tanto a solo tres peldaños de reproducir el experimento de Fouchier por sí misma. Demasiado cerca para mirar hacia otro lado, según todos los epidemiólogos.
Hay que hacer dos precisiones. La primera es que los experimentos de transmisibilidad no se han hecho en humanos, evidentemente, sino en hurones. Estos animales son vitales en la investigación sobre la gripe desde 1933. Cogen la gripe cuando se les infecta con un virus humano; sus síntomas respiratorios son como los nuestros, y pueden contagiar el virus humano a otros hurones.
La segunda es que los virus modificados de Fouchier no son letales para los hurones en condiciones de infección estándar. Solo lo son cuando se inoculan en gran cantidad.
Los virus de la gripe son originarios de aves silvestres como patos, gansos, cisnes, gaviotas, gaviotines y fumareles, pero son extraordinariamente versátiles. Sus distintas variantes infectan personas, cerdos, caballos, perros, focas y granjas avícolas de todo tipo.
El H5N1 es el virus de la gripe aviar que arrasó las granjas avícolas asiáticas en la década pasada, y que también es muy mortal para los humanos en las raras ocasiones en que salta la barrera de las especies, con una mortalidad cercana al 60% de los infectados. Los laboratorios de Ron Fouchier, de la Escuela de Medicina Erasmus en Rotterdam, y Yoshihiro Kawaoka, de la Universidad de Wisconsin, Madison, descubrieron el año pasado las cinco mutaciones cruciales que, probablemente, convertirían al virus H5N1 en un agente pandémico. El trabajo de Kawaoka ya se publicó en Nature, como hace ahora en Science el de Fouchier, que era sobre el que los expertos en bioseguridad tenían más reservas.
Fouchier y su grupo partieron de un H5N1 aislado de una víctima indonesia en 2005. Empezaron cambiando tres letras en el gen de la hemaglutinina (la 'H' de H5N1), la proteína de la cubierta del virus que interactúa con las células para iniciar la infección, y que por tanto determina su especificidad (a qué especies puede infectar). Sospechaban por estudios anteriores que esos tres cambios debían aumentar la afinidad del virus por los mamíferos.
Usaron ese virus modificado para infectar a un grupo de hurones,
metiéndoselo directamente en la nariz. Unos días después tomaron
muestras de esas narices y las usaron para infectar a un segundo grupo
de hurones, y así hasta 10 veces. Este procedimiento va seleccionando
las variantes del virus mejor adaptadas a su nuevo huésped, o al menos a
las narices del mismo.
Casi todos esos virus seleccionados se mostraron capaces de transmitir la infección entre hurones por el aire. Todos mantenían las tres mutaciones de partida en su H, y todos habían adquirido otras dos mutaciones durante la selección: una también en la H y otra en otro gen llamado PB2. Las cinco letras que ya no son secretas.
La mala noticia es que ya hay virus H5N1 naturales con cada una de las cinco, y algunos con dos de ellas. Las mutaciones en una de las zonas críticas de la hemaglutinina ocurren en 2.745 de las 3.392 hemaglutininas del virus H5N1 que se han secuenciado hasta la fecha. La mutación en el gen PB2 también es muy común, y aparece en 432 de los 1.612 genes PB2 secuenciados hasta ahora. Y la combinación de ambas tampoco es muy rara: de los 1.533 casos en que se han secuenciado ambos genes, 338 llevan ambas mutaciones simultáneamente. Estos virus se han recolectado en 28 países en Europa, Oriente Próximo, África y Asia.
También hay algunas buenas noticias: el Tamiflú es eficaz para reducir los síntomas en los hurones, y ya hay vacunas experimentales contra el H5N1 que son capaces de limitar la transmisión.
Y también hay una predicción segura: que la era de los virus experimentales no ha hecho más que empezar.
La principal preocupación de los científicos no es ahora el bioterrorismo, sino la madre naturaleza: al menos 338 cepas del virus que tienen dos de las cinco mutaciones se han detectado ya en 28 países en Europa, Oriente Próximo, África y Asia. La naturaleza está por tanto a solo tres peldaños de reproducir el experimento de Fouchier por sí misma. Demasiado cerca para mirar hacia otro lado, según todos los epidemiólogos.
Hay que hacer dos precisiones. La primera es que los experimentos de transmisibilidad no se han hecho en humanos, evidentemente, sino en hurones. Estos animales son vitales en la investigación sobre la gripe desde 1933. Cogen la gripe cuando se les infecta con un virus humano; sus síntomas respiratorios son como los nuestros, y pueden contagiar el virus humano a otros hurones.
La segunda es que los virus modificados de Fouchier no son letales para los hurones en condiciones de infección estándar. Solo lo son cuando se inoculan en gran cantidad.
Los virus de la gripe son originarios de aves silvestres como patos, gansos, cisnes, gaviotas, gaviotines y fumareles, pero son extraordinariamente versátiles. Sus distintas variantes infectan personas, cerdos, caballos, perros, focas y granjas avícolas de todo tipo.
El H5N1 es el virus de la gripe aviar que arrasó las granjas avícolas asiáticas en la década pasada, y que también es muy mortal para los humanos en las raras ocasiones en que salta la barrera de las especies, con una mortalidad cercana al 60% de los infectados. Los laboratorios de Ron Fouchier, de la Escuela de Medicina Erasmus en Rotterdam, y Yoshihiro Kawaoka, de la Universidad de Wisconsin, Madison, descubrieron el año pasado las cinco mutaciones cruciales que, probablemente, convertirían al virus H5N1 en un agente pandémico. El trabajo de Kawaoka ya se publicó en Nature, como hace ahora en Science el de Fouchier, que era sobre el que los expertos en bioseguridad tenían más reservas.
Fouchier y su grupo partieron de un H5N1 aislado de una víctima indonesia en 2005. Empezaron cambiando tres letras en el gen de la hemaglutinina (la 'H' de H5N1), la proteína de la cubierta del virus que interactúa con las células para iniciar la infección, y que por tanto determina su especificidad (a qué especies puede infectar). Sospechaban por estudios anteriores que esos tres cambios debían aumentar la afinidad del virus por los mamíferos.
El Tamiflú reduce los síntomas en los hurones, y ya hay vacunas experimentales capaces de limitar la transmisión
Casi todos esos virus seleccionados se mostraron capaces de transmitir la infección entre hurones por el aire. Todos mantenían las tres mutaciones de partida en su H, y todos habían adquirido otras dos mutaciones durante la selección: una también en la H y otra en otro gen llamado PB2. Las cinco letras que ya no son secretas.
La mala noticia es que ya hay virus H5N1 naturales con cada una de las cinco, y algunos con dos de ellas. Las mutaciones en una de las zonas críticas de la hemaglutinina ocurren en 2.745 de las 3.392 hemaglutininas del virus H5N1 que se han secuenciado hasta la fecha. La mutación en el gen PB2 también es muy común, y aparece en 432 de los 1.612 genes PB2 secuenciados hasta ahora. Y la combinación de ambas tampoco es muy rara: de los 1.533 casos en que se han secuenciado ambos genes, 338 llevan ambas mutaciones simultáneamente. Estos virus se han recolectado en 28 países en Europa, Oriente Próximo, África y Asia.
También hay algunas buenas noticias: el Tamiflú es eficaz para reducir los síntomas en los hurones, y ya hay vacunas experimentales contra el H5N1 que son capaces de limitar la transmisión.
Y también hay una predicción segura: que la era de los virus experimentales no ha hecho más que empezar.
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