lunes, 9 de abril de 2012

Opabinia.

Opabinia es un animal fósil encontrado en depósitos correspondientes al periodo Cámbrico. Su única especie, Opabinia regalis, se conoce gracias a fósiles encontrados en las expediciones a la localidad de Burgess Shale, Columbia Británica. Myoscolex, un fósil encontrado en el sur de Australia, es un posible pariente. El descubridor de Opabinia, Charles Doolittle Walcott, la llamó así debido al pico Opabin, en la parte canadiense de las Montañas Rocosas.
El animal estaba segmentado y poseía un exoesqueleto no mineralizado. La longitud total del cuerpo oscilaba entre los 4 y 7 cm. La cabeza mostraba cinco ojos pedunculados que le habrían dado a Opabinia una visión de 360°, y una larga y flexible probóscide. Al final de la probóscide habría algunas espinas que teóricamente podrían haber servido como palas para atrapar presas, y luego arrastrarlas hacia la boca, situada debajo de la cabeza, detrás de la base de la probóscide.Cada segmento del cuerpo presentaba un conjunto de branquias y un par de apéndices similares a alerones que son extraños a los demás animales conocidos de la época, excepto Anomalocaris. Los tres últimos alerones formaban la cola. A diferencia de los artrópodos conocidos la cabeza no parece estar formada por segmentos fusionados.
Aquí os dejo un vídeo de este fósil.

martes, 3 de abril de 2012

Un insecticida estaría terminando con las abejas.

La población mundial de abejas está disminuyendo. Primero se culpó a los móviles, luego a un parásito y algunos incluso mencionaro a ET, pero lo cierto es que habían pasado más de cinco años y no sabíamos a ciencia cierta que es lo que provocaba su muerte. Ahora, según aparece publicado en la revista Science, una familia de pesticidas comunes conocidos como neonicotinoides producido por la multinacional Bayer para tratar las semillas de maíz aparece como los responsables, ya que provoca el problema de colapso de colonias (o CCD, por Colony Collapse Disorder) al interferir con un neurotransmisor de las abejas. Este insecticida, utilizado principalmente para tratar las semillas de maíz, provoca efectos neurotóxicos en el cerebro de las abejas, impidendoles orientarse y regresar a sus colmenas. Estos productos se conocen como neonicotinoides y son una familia relativamente nueva de insecticidas. Trabajan modificando los receptores químicos de un neurotransmisor llamado nAChR, lo que provoca la parálisis o la muerte de los insectos. Según los científicos, actúan de forma similar a gases nerviosos como el sarín.